Morir viviendo.
Nos alejábamos del lecho de muerte y al menos uno de los dos, se encontraba inmerso en otro universo. Podía verlo concentrado en la cantidad de rosas blancas que encontrábamos en el camino, pero su energía estaba dispersa y su espíritu había optado por quedarse tercamente al lado de la tumba con olor a canela. Caminábamos hombro a hombro, teniéndonos erguidos prácticamente, el uno al otro. Podía sentir su respiración agitada y veía la perturbación de su iris con cada paso que daba. Él no estaba ahí, definitivamente. Yo, lúcido, me introduje en él cada vez más mientras caminábamos a zancadas sin rumbo. Ambos destilábamos incertidumbre.
Podía escuchar su memoria.
[...]
- ¿Cuán hermosa podría ser la muerte?
- Muy bella, para ser llamada muerte y antónimo de vida.
- ¿Es también vida, la muerte?
- Va más allá de la vida, es ahí cuando eres "tú". No hay rastros de lo que llamas cuerpo humano. Te has hecho uno con la tierra, has vuelto al núcleo.
- ¿Podré vivir mejor en ese estado?
- ¿Mejor? No soy quién para considerar qué es mejor o no. Dime, ¿No has pensado vivir como un muerto?
- Eso es una tontería. Al vivir no puedes hacerte el muerto. No puedes dejar tu cuerpo.
- Realmente, sí lo puedes lograr. ¿Qué hay de malo con vivir como un muerto? Tienes cuerpo, está claro, puedes sentirte y sentir a otros elementos. Pero, el valor está en encontrar ese "tú", sin posesiones, sin envolturas que conservar para verse bien, sin presente, pasado ni futuro. Es decir, vivir sin tiempo, sin pensar en el lugar. Contemplar todo como si no lo hubieras visto jamás, sentirlo y fluir. Sin nada que perder, pero ganando mucho. Nada de riquezas, ambiciones ni poder. Sólo se gana sensaciones, una seguida de otra, sin nada que pedir a cambio. Haciendo lo que te nace, disfrutando de ello y compartiéndolo con lo que te rodea. Dejar tus inseguridades, tristezas y miedos atrás, desechando tu mente para liberarte y tu imagen para deshipnotizarte.
- Moriré pronto, lo sabes bien. Cuando haya llegado a la transición, te buscaré. Libérate y siénteme siempre a tu lado, profundamente unido a ti. Es lo único que puedo pedirte.
Podía escuchar su memoria.
[...]
- ¿Cuán hermosa podría ser la muerte?
- Muy bella, para ser llamada muerte y antónimo de vida.
- ¿Es también vida, la muerte?
- Va más allá de la vida, es ahí cuando eres "tú". No hay rastros de lo que llamas cuerpo humano. Te has hecho uno con la tierra, has vuelto al núcleo.
- ¿Podré vivir mejor en ese estado?
- ¿Mejor? No soy quién para considerar qué es mejor o no. Dime, ¿No has pensado vivir como un muerto?
- Eso es una tontería. Al vivir no puedes hacerte el muerto. No puedes dejar tu cuerpo.
- Realmente, sí lo puedes lograr. ¿Qué hay de malo con vivir como un muerto? Tienes cuerpo, está claro, puedes sentirte y sentir a otros elementos. Pero, el valor está en encontrar ese "tú", sin posesiones, sin envolturas que conservar para verse bien, sin presente, pasado ni futuro. Es decir, vivir sin tiempo, sin pensar en el lugar. Contemplar todo como si no lo hubieras visto jamás, sentirlo y fluir. Sin nada que perder, pero ganando mucho. Nada de riquezas, ambiciones ni poder. Sólo se gana sensaciones, una seguida de otra, sin nada que pedir a cambio. Haciendo lo que te nace, disfrutando de ello y compartiéndolo con lo que te rodea. Dejar tus inseguridades, tristezas y miedos atrás, desechando tu mente para liberarte y tu imagen para deshipnotizarte.
- Moriré pronto, lo sabes bien. Cuando haya llegado a la transición, te buscaré. Libérate y siénteme siempre a tu lado, profundamente unido a ti. Es lo único que puedo pedirte.
Toda la memoria colapsaba.
Era hora de morir.
Ambos, aún caminando hacia la nada.
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